La logística sostenible pretende transformar todos los procesos de la operativa para conseguir un sector menos contaminante, fantasear sobre ella, también es un ejercicio útil para conseguirla
En 1932, Aldous Huxley publicó Un mundo feliz (Brave New World) una novela que proponía un futuro distópico donde la humanidad había sido capaz de conseguir una sociedad feliz por medio de métodos más o menos cuestionables. Debates filosóficos al margen, para alcanzar una verdadera logística sostenible, quizás sea conveniente empezar por imaginarla, tomándonos la licencia de poder fantasear.
Año 2030, el pedido
A pesar de que los pedidos están totalmente automatizados, y las unidades de gestión se encargan de anticiparse a nuestras necesidades en función de un preciso sistema de algoritmos y Big Data, a veces nos apetece algo que no entra en lo previsible. Y ahí, tenemos que realizar el pedido nosotros mismos.
Las unidades de gestión ofrecen esta función y solo pidiendo por comando de voz el producto que necesitamos, digamos que por ejemplo una rara especie de planta de origen subtropical, se encargan de buscar la mejor opción de compra en función de los parámetros que te interesen. Como mi necesidad de ver algo más de verde en mi salón apremia, escojo la de entrega más rápida, aún cuando no es la opción más barata. Entiendo que la inmediatez y la sostenibilidad tienen un precio, y no me importa pagarlo. He tardado menos de un minuto en comprarla, solo hablando con mi unidad de gestión, con tres frases, y sin necesidad de levantarme del sofá.
La expedición
Segundos más tarde, a unos 700 km al sur, un vivero recibe una alerta de compra. El pedido se incorpora a un listado digital que crece por segundos. Éste es interpretado directamente por un vehículo autónomo que no para de moverse por el vivero recogiendo las plantas que han sido pedidas. Después, incorpora con láser un código en el tiesto que identifica el número de pedido.
El vehículo transporta las plantas a la unidad de packaging, que interpreta el código del tiesto y realiza el tipo de envoltorio en función de la distancia. Cómo la planta que he pedido tiene que ser transportada a una distancia relativamente larga, la unidad escoge una caja de material orgánico, que en este caso concreto tiene la propiedad de nutrir a la planta mientras viaja, además de mantener, por el tipo de aislamiento, unas condiciones apropiadas. En el paquete se “tatúa” con láser un código con la información de envío.
Mi futura planta, junto al resto de pedidos del día, es dispuesta en el almacén cero emisiones desde donde saldrán camino de sus destinos. Un operario, sirviéndose de unas gafas de realidad aumentada, organiza los pedidos por urgencia, distancia, fragilidad, a través de sus gafas puede ver la disposición más optimizada. Cuando unas horas más tarde llega el camión de transporte, ya está todo dispuesto. Mientras los robots van introduciendo la carga, el camión carga sus tanques con hidrógeno.
El transporte
El camión comienza su viaje por la noche, un sistema de navegación capaz de predecir la densidad de tráfico, diseña un itinerario teniendo en cuenta además las condiciones climáticas. Durante el trayecto, el navegador cambiará el camino en función de los posibles contratiempos que puedan surgir. Gracias a este sistema la duración del viaje puede reducirse considerablemente, creando una ruta que analiza su eficiencia en tiempo real de forma continuada.
Tal y como estaba previsto, el camión llega en hora a un centro logístico del extrarradio. Allí, los pedidos se organizan en lotes en función del distrito de la ciudad al que van. Estos lotes son transportados por vehículos propulsados por energías renovables a almacenes urbanos, o urban hubs, donde un sistema automatizado confirma su llegada y distribuye los pedidos por rutas.
El reparto
En menos de 24 horas, mi pedido se encuentra en reparto. El operador logístico me ha ido notificando a lo largo de todo el proceso y en tiempo real el estado de mi pedido y su localización. Confirmo que estaré en casa y que puedo recoger el pedido desde el coche autónomo que se parará en la zona de descarga más cercana. Y en un rato, así lo hago. Sirviéndome de un código, accedo al paquete y ¡listo! La planta ha llegado en perfectas condiciones, en el tiempo acordado. El packaging se puede disolver con agua y sirve como abono para la planta.
La experiencia ha sido buena y con un bajo impacto medioambiental. La combinación de tecnologías, nuevas fuentes de energía y la optimización y eficiencia de la cadena de suministro han conseguido reducir la emisión de gases contaminantes en el sector del transporte, hecho que agradecen los clientes, y que cumple con las normativas sobre sostenibilidad ecológica.
Si comenzamos a ser conscientes de la importancia de construir un sector menos contaminante, quizás no tengamos que esperar a 2030 para poder hablar de una verdadera logística sostenible.
Si estás interesado en conocer más sobre como realizar una logística sostenible, en Deliverea podemos ayudarte, contacta con nosotros a través de este formulario.